El confinamiento prolongado por la pandemia del coronavirus está pasando la cuenta a una gran mayoría. Cuadros de ansiedad, depresión e irritabilidad son síntomas que están afectando a gran parte de la población.
Pero el encierro no solo afecta a los adultos, también incide en los niños, quienes al igual que sus padres, no pueden salir, ver a sus amigos o divertirse como lo hacían antes de la pandemia.
Según los expertos, la cuarentena prolongada, sumado al hecho de la incertidumbre que genera el no saber qué está pasando, afecta la salud psicológica de los niños y puede tener consecuencias a largo plazo.
“Están sufriendo una cantidad de estrés anormal que tendremos que ayudarles a mitigar si no queremos que enfermen”, advierte la psicóloga Alicia Álvarez, directora asistencial de la Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de la Universidad Autónoma de Barcelona.
“Aunque no hay evidencia científica de cómo puede afectarles el confinamiento, porque es una situación nueva, se dan factores que sabemos pueden aumentar el riesgo de estrés y ansiedad”, señala Maria Elias, psicóloga clínica de la Unidad de Atención Precoz y Unidad de Autismo del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona.
Estudios previos sobre el impacto del aislamiento en pandemias pasadas y tras desastres naturales o grandes catástrofes, la mayoría realizados en adultos, arrojan que “hay una ratio cuatro veces más alta de estrés postraumático en niños en cuarentena que en niños que no han estado en esta situación”.
Los expertos aconsejan acercarse a los niños y que expresen sus miedos, aprensiones y angustias. Explicarles que la pandemia va a pasar y que pronto podrán volver a la vida que tenían antes. Los más pequeños, al igual que los adultos, necesitan empatía y tranquilidad para afrontar este escenario que genera más incertidumbres que certezas.
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