Conozcan a Gabi, de Seattle, una niña que tiene un grupo de mascotas muy especial: una bandada de cuervos. A diferencia de lo que reza el popular dicho este grupo de animales no le han arrancado los ojos, sino todo lo contrario: le traen regalos.
Gabi comenzó a alimentar a los cuervos a los 4 años, de forma accidental. Era muy desordenada y cada vez que se bajaba del auto tiraba comida de su regazo. A veces una porción de nugget de pollo, a veces una galletita. Los cuervos comenzaron a acercarse para levantar la comida abandonada accidentalmente.
A medida que se hizo más grande comenzó a compartir su comida de forma voluntaria con ellos. Mientras caminaba hasta el autobús escolar abría su lonchera y les daba pedazos de su almuerzo. Pronto los cuervos revoloteaban alrededor del bus esperando una nueva comida.
En el 2013, finalmente, lo volvió un ritual organizado. Cada mañana con su hermano rellenan unos bebederos para los pájaros que tienen en el jardín y luego cubren plataformas para la alimentación de los cuervos con maníes. A la vez, Gabi tira pedazos de comida para perros en el pasto.
Entonces los cuervos comienzan a juntarse en los cables y a graznar ruidosamente hasta que descienden en su almuerzo.
Fue ahí cuando le comenzaron a traer cosas. Entre ellas se encuentran: un pedazo de bombilla, piezas de vidrio negro erosionadas por el mar, pedazos de botellas de cerveza, tuercas, piezas de lego, gomaespuma, alguna joya falsa de vidrio. Cualquier cosa lo suficientemente pequeña para caber en el pico de un cuervo.
Una de las favoritas de Gabi es un tornillo tan oxidado que no quiere tocar. Cuando le preguntan porque es su favorito contesta “nunca ves a un cuervo cargando un tornillo a menos que esté construyendo su casa“. O sea que la quieren tanto que están dispuesto a llevarle sus ladrillos.
Hace algun tiempo los cuervos llegaron incluso a devolverle una lente de cámara fotográfica a la madre de Gabi, que la había perdido en el jardín. Esta dice: “Estoy segura que fue intencional. Nos observan todo el tiempo. Vieron cuando se cayó y quisieron devolvérmela”.
Los cuervos tienen uno de los cerebros más grandes entre las aves. Tienen una gran capacidad para la intuición y la imitación y saben resolver problemas simples. En la mitología en general aparecen como seres de inteligencia y tendencia al engaño, como el “trickster”, o el dios de la travesura. Odin tenía dos grandes cuervos, Huginn y Munnin, que viajaban alrededor del mundo y traían información.
Y, parece, también pueden traer pequeños tesoros para las niñas bondadosas.