La bebida es una invención casi tan antigua como el hombre. Y con ella, por supuesto, está la resaca, la cruda, la caña, la muerte que camina y que hace alzarte al otro día con la cabeza estallando y el cuerpo tembloroso.
Aquí van algunos trucos para curar la resaca que proceden de la Edad Media, quizás algunos de ellos les sirvan y les permitan recuperarse después de una noche de jolgorio.
1. Guiso
Uno de los remedios más viejos para la resaca se encuentran en un libro escrito por Ibn al-Warraq Sayyar en el siglo X. Es un recetario dirigido a los Califas de Bagdad (o sea, lo que hoy en día es Irak) titulado “El Libro de los Platos”. Si bien los musulmanes tienen prohibido el alcohol, el libro cuenta con recetas para vino y también con curas para la resaca.
El autor divide a la resaca en intensidades. En primer lugar, para evitarla, recomendaba “curarse en salud”: ponerle algo de limonada y de té de arrayán a la bebida alcohólica antes de consumirla.
Pero como una vez que comienzas a beber la resaca es casi inevitable, el hombre recomendaba, para el día siguiente, respirar lenta y profundamente y beber agua helada de a sorbos para combatirla.
Por último, para las resacas mortales y destructivas, prescribía un guiso llamado Kishkiyya, que se preparaba con carne de res, garbanzos, kishk (una pasta de trigo y yogur), jengibre chino, hierbas y especias que se supone es reconfortante, calórica y deliciosa para calentar el estomago.
2. Comer anguila y lavarse los testículos o los senos con vinagre
Se sabe que los árabes se encontraban mucho más adelantados con la ciencia y la medicina en épocas medievales que los europeos. De hecho, el Califato de Córdoba, en España, fue durante mucho tiempo meca de la astronomía y la matemática.
Eso se comprueba, además, en los remedios absurdos que los europeos tenían para la resaca. Frente a los cuidados naturales y sensatos de los árabes, los europeos recomendaban curas insólitas, como comer anguilas crudas con almendras amargas, un remedio inglés muy popular. Se creía que el pescado (que además formaba parte esencial de la dieta británica) absorbería el exceso de alcohol. “No estoy de humor para la anguila” era una frase muy común en la época.
Otro remedio de los ingleses era lavarse los testículos con sal y vinagre. Las damas debían limpiar sus senos con los mismos ingredientes. De no funcionar se debía comer col con azúcar.
Asimismo, los europeos tenían muchos nombres para la resaca, entre los cuales se encontraban el perro negro, demonio azul, niebla de la mañana, dolor de botella y quebradero de cabeza. De aquí, además, procede el viejo dicho “Un pelo del perro que te mordió anoche” haciendo referencia a la cura, bebiendo más de lo que tomaste la noche anterior, y que Game of Thrones adaptó en la frase “Una escama del dragón que te quemó anoche”.
3. Comer genitales de toro
Los italianos del medioevo también tenían varias curas para la resaca, entre las cuales la más notoria era comer los testículos o el pene disecado de un toro, algo que recuerda a curas de la medicina tradicional china.
Los rusos, por su parte, troceaban pedazos de carne en pequeños cubos y la preparaban con vinagre y jugo de pepinos encurtidos. La salmuera de los pepinos ayudaba a reponer los electrolitos y reducir la deshidratación del cuerpo.
Finalmente, los irlandeses preferían enterrarse hasta el cuello en las heladas arenas de sus playas.
Por suerte hoy en día contamos con remedios más eficientes y rápidos, como el ibuprofeno, el paracetamlo y los antiácidos.