Suena a película de Hollywood y bien podría ser un éxito de taquilla, pero es cierto. En la década de los 5o existió el llamado “Estudio de vuelos de investigación lunar”, más conocido como “Proyecto A-119″.
Sin duda parecía un proyecto más de investigación, sin pena, ni gloria. Pero no. La realidad era mucho más explosiva.
Era un plan ultrasecreto, desarrollado por la Fuerza Aérea de los EE.UU., para estudiar la posibilidad de detonar una bomba nuclear en la Luna.
Fue creado en 1958, en un momento en que Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron encerrados en una carrera armamentista nuclear que duraría décadas y condujo a las dos superpotencias al borde de una guerra nuclear.
Los soviéticos también habían lanzado el Sputnik 1, primer satélite del mundo y los EE.UU. se estaban quedando atrás en la carrera espacial. Necesitaban algo con qué remecer a los soviéticos.
“La gente se preocupó mucho por Yuri Gagarin (el primer humano en el espacio), el Sputnik y los grandes logros de la Unión Soviética en aquellos días, y en comparación, Estados Unidos temía que su búsqueda fuera insignificante”, dijo el físico Leonard Reiffel, quien dirigió el proyecto.
Según Reiffel, “la motivación para una detonación tiene claramente tres aspectos: científico, militar y político”.
El informe dice que una detonación nuclear en la Luna podría proporcionar información “… relativa a la capacidad de las armas nucleares para la guerra espacial”. En esos años había discusiones sobre poner a la Luna como terreno de pruebas. Eso incluía tener sitios de lanzamiento de armas nucleares en la Luna.
Si los soviéticos golpeaban a Estados Unidos con armas nucleares primero, y destruían la capacidad de lanzar un contraataque, Estados Unidos podría lanzar ojivas nucleares desde la Luna.
“Estos son conceptos horrendo y espero que permanezcan en el reino de la ciencia ficción para el resto de la eternidad”, dijo Reiffel.
El plan básico, explicó Reiffel, era lanzar un misil balístico intercontinental desde un lugar no revelado, viajar unos 386.000 kilómetros hacia la luna, y detonarlo al hacer impacto.
Varios informes de prensa desde 1958 han dicho que los líderes del proyecto consideraron el uso de una bomba atómica del mismo tamaño que “Little Boy”, la bomba que fue lanzada sobre Hiroshima, Japón cerca del final de la Segunda Guerra Mundial.
En 1959, el proyecto A-119 generaba más preocupación que entusiasmo y fue abandonado.
Los planificadores del proyecto no estaban seguros de la fiabilidad de las armas, ni del alcance que podría tener y se temía que la reacción del público en EE.UU. fuera significativamente negativa.
Algunas de las consecuencias para la tierra de que la luna desapareciera son:
Afectar la actividad de los océanos y las corrientes marítimas.
Afectar el clima.
Afectar los océanos de magma y por consecuencia generar terremotos.
Afectar el movimiento gravitacional de la tierra.
El proyecto desapareció misteriosamente de los archivos del Pentágono, pero científicos dan fe de que algún día este siniestro plan existió. La Fuerza Aérea de los EE.UU. no ha querido hablar jamás sobre el tema.