El consumo de alcohol en el embarazo es la primera causa de discapacidad intelectual en Occidente, lo que se relaciona con la muerte fetal tardía y anomalías neurológicas irreversibles.
El Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal incluye cuatro posibles manifestaciones clínicas: Síndrome Alcohólico Fetal Completo, Síndrome Alcohólico Fetal Parcial, Trastorno del Neurodesarrollo Relacionado con el Alcohol y Malformaciones Congénitas o Defectos Fetales Relacionados con el Alcohol.
Según el estudio Relación entre la exposición prenatal al consumo de alcohol y tabaco de la madre con el riesgo de muerte fetal publicado recientemente, “beber alcohol y fumar tabaco durante el primer trimestre del embarazo se asocia con casi tres veces más el riesgo de muerte fetal tardía (a las 28 semanas o más), en comparación con las mujeres que no beben ni fuman durante el embarazo o que dejan de fumar antes del final del primer trimestre”.
El grado de afectación depende de muchos factores, pero en general se puede asegurar que el alcohol impide el desarrollo normal del cerebro, lo que provoca en la mayoría de los casos dificultades de aprendizaje, así como problemas de conducta y de integración social.
Los niños con TEAF tienen dificultades cognitivas básicas (de atención, de procesamiento de la información, toma de decisiones, etc.), junto con dificultades para interaccionar socialmente, lo que les hace experimentar con facilidad rechazo social o ser víctimas de acoso y fácilmente vulnerables, publica 20 Minutos.
Las personas con TEAF tardan mucho en aprender de sus errores, lo que hace que incurran fácilmente en delitos y que terminen enfrentándose a una justicia que les trata como adultos, pero que olvida que su edad mental no se corresponde con la real. El TEAF tiene una incidencia 10 veces mayor al síndrome de Down y ligeramente superior al Trastorno del Espectro Autista.
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