Los ojos del mundo están en Afganistán luego que los talibanes tomaran el poder posterior a la retirada de las tropas de Estados Unidos.
Además del temor de la población de lo que puedan hacer los talibanes en contra de la población civil, particularmente contra las mujeres, está el “tesoro” que significa el tráfico de drogas en el país de Asia del Sur.
Esto porque la llegada de los militares estadounidenses en 2001 provocó un explosivo aumento de la producción de estupefacientes, específicamente la amapola.
Para Nikolái Pátrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Estados Unidos convirtió Afganistán en un “laboratorio de drogas a escala mundial”.
“En lugar de luchar contra el tráfico de drogas, durante las dos décadas de su administración político-militar en Afganistán, EE.UU. ha implementado un proyecto para crear un laboratorio de drogas a escala global allí. La producción de opiáceos se ha multiplicado por más de 40”, dijo Patrushev en una reciente entrevista.
Se estima que en octubre de 2001, previo a la invasión de las tropas de Estados Unidos, se estaban cultivando en Afganistán unas 74 mil hectáreas de amapolas, cuyo fin último es la producción de heroína. En 2017 esa cifra se multiplicó por cuatro: 328 mil hectáreas.
Afganistán produce el 90% del opio que se produce en el mundo, proveniente del cultivo de la amapola.
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