Pirata nos recuerda a Hachiko, una historia que se remonta a la década de 1920 en Japón.
Hachiko fue un perro akita que todas las mañanas cuando su amo, el profesor universitario Hidesamuro Ueno se dirigía al trabajo este lo acompañaba hasta la estación de trenes y se sentaba pacientemente a esperarlo hasta su regreso hasta que un día su amo falleció y el fiel animal lo esperó por 10 años en la estacion de trenes esperando un reencuentro que nunca llegó.
La historia se vuelve a repetir con Pirata, un adorable perro argentino de pelaje negro y blanco en el pecho, que desde hace tres meses ronda por el Hospital San Antonio de Padua en la ciudad cordobesa de Río Cuarto.
Pirata llegó junto a su dueño cuando éste debió ser intervenido quirúrgicamente por un problema de salud. Lamentablemente su amo falleció días más tarde.
Desde aquel momento Pirata deambula por los pasillos del hospital todas las noches para finalmente dormir frente a la habitación 404 donde solía estar su dueño.
En un principio los funcionarios del hospital trataron de sacar al can del recinto pero Pirata siempre volvía a quedarse frente a la habitación 404.
Los funcionarios y pacientes del hospital se encariñaron con Pirata y su conmovedora historia y hoy se encargan de alimentarlo diariamente.