El canal decano de la televisión paraguaya celebrará anticipadamente sus 58 años de historia. Cualquiera que haya pasado la franja de los 60, o que esté cerca de alcanzarla, ha vivido prácticamente toda su existencia en contacto con esa pantalla mágica, de la cual han emergido muchos de los momentos más emocionantes de la misma.
Allí vimos desde la llegada del hombre a la luna en 1969, -representada por una maqueta que provocó temor en los televidentes-, hasta la voladura del canal de desvío de la represa de Itaipú, en 1978. A través de esa pantalla de rayos catódicos, con aquellos aparatos cuyo tubo debía calentarse para encenderse, vimos las sucesivas reelecciones del dictador, incluyendo la Convención Nacional Constituyente de 1967 que prácticamente lo eternizaba.
Por allí también pasaron los goles de la albirroja campeona del Juventud de América de 1971, y por supuesto, -todavía en blanco y negro-, fue a través de Canal 9 que fuimos testigos azorados de la primera conquista de la Libertadores por parte de Olimpia en la Bombonera en 1979.
Claro que, de aquel inicio tímido desde los altos del viejo edificio del IPS, hasta su actual presencia como el más antiguo sistema de medios de la televisión paraguaya, ha pasado mucha agua bajo el puente. El paso del blanco y negro al color, las transmisiones de los mundiales épicos en los que Paraguay volvió, como en México ’86 y aquella seguidilla de Francia, Alemania, Corea-Japón hasta Sudáfrica 2010 han quedado para siempre en la memoria colectiva.
Marzo paraguayo previo magnicidio del Dr. Argaña, caída de las Torres Gemelas y primera alternancia política en más de 70 años en el Paraguay son solo algunos de los hechos registrados por esa pantalla que está a punto de cumplir 60 años. El pavoroso incendio del Ycuá Bolaños que enluta hasta hoy a todo un país y la alegría de las visitas papales, tanto de Juan Pablo II como de Francisco configuran otros hitos inmortalizados por esas cámaras que nunca paran de rodar la gran película de la vida.
Todo ello contado por aquellas voces y esos rostros que perduran en nuestra más grata memoria: desde Héctor Velázquez y Susana Ibáñez Rojas hasta Chiche Corte y Luchi Rubín
Nuestro paso por esos estudios, acompañando aquella generación de oro compuesta por figuras como Ramón Zalazar, mi primer jefe de prensa, Bruno Masi, Bibi Landó, Pelusa Rubín, Benjamín Fernández, Stella Rufinelli o Andrés Caballero. El recambio generacional con Troche, Pérez, Park y tantos más. Verdaderas oleadas de talento y dedicación. Con la TV como pasión y razón de vivir.
“La magia de la televisión” decía una muletilla siempre utilizada en aquellos años, la cual sin embargo era estricta realidad cuando veíamos en tiempo real los prodigios que los que trabajan detrás de cámaras son capaces de hacer para que todos los días se produzca el milagro de la comunicación.
Son 58 años de historias contadas todos los días, haga sol o llueva, estando con el mejor ánimo o con éste por el suelo, pero fieles a la premisa suprema que dicta aquello de que “el show siempre debe continuar”. Algo que uno aprende desde el primer día en el que se encienden las luces del estudio, se enfocan las cámaras y alguien grita desde la sala del control “Estamos en el aire”.
MF